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  • Trastornos alimentarios: una mirada a la anorexia y la bulimia

    Trastornos alimentarios: una mirada a la anorexia y la bulimia

    Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades mentales complejas que afectan la relación de una persona con la comida, el peso y la imagen corporal. Entre los TCA más comunes y debilitantes se encuentran la anorexia y la bulimia. Estos trastornos tienen un impacto físico, emocional y psicológico profundo en quienes los padecen. Este artículo ofrece una exploración más profunda, destacando las emociones subyacentes, los traumas relacionados y la importancia de un enfoque sistémico en su tratamiento.

    Anorexia: una lucha interna con la percepción corporal

    La anorexia nerviosa trasciende la búsqueda de una delgadez extrema. Se caracteriza por una percepción distorsionada del propio cuerpo y una necesidad imperiosa de control, que se manifiesta en la restricción severa de alimentos. Las personas con anorexia suelen experimentar una intensa ansiedad en relación con la comida y un profundo sentimiento de insuficiencia personal.

    El impacto emocional y traumático: La anorexia suele estar vinculada a experiencias traumáticas, como el bullying por el peso o la aparición, expectativas familiares rigurosas o incluso eventos de abuso emocional o físico. La necesidad de controlar la ingesta de alimentos puede convertirse en una forma de lidiar con la falta de control en otras áreas de la vida. Además, las emociones como la vergüenza y el miedo al rechazo perpetúan el ciclo del trastorno.

    Bulimia: El ciclo de la culpa y el descontrol

    La bulimia nerviosa está marcada por episodios de ingesta excesiva, seguidos de comportamientos compensatorios, como el vómito autoinducido o el uso de laxantes. Estos episodios suelen estar acompañados por una sensación de pérdida de control y una culpa paralizante.

    Trauma y patrones emocionales: En muchos casos, la bulimia también está relacionada con una historia de trauma o abuso, así como con una autoexigencia desmedida. Las personas con bulimia a menudo experimentan emociones intensas de desesperación y un sentimiento de alienación, lo que las lleva a buscar alivio inmediato a través de la comida, seguido de una necesidad urgente de purga para aliviar la culpa.

    Una mirada sistémica: El rol de la familia

    Los TCA no solo afectan a la persona que los padece, sino también a su sistema familiar. La terapia sistémica juega un papel fundamental en el tratamiento, ya que ayuda a identificar patrones familiares que pueden estar contribuyendo al desarrollo o mantenimiento del trastorno.

    Implicación de la familia: El apoyo familiar es crucial para la recuperación. Esto incluye aprender a comunicarse de manera efectiva, evitar comentarios sobre el peso o la comida, y comprender cómo los mensajes culturales y familiares sobre la apariencia influyen en la autoestima del paciente. Además, trabajar con la familia permite abordar dinámicas de control, dependencia emocional o expectativas no realistas que pueden estar afectando al paciente.

    La relación con el trauma

    Muchos trastornos alimentarios están enraizados en traumas emocionales o psicológicos. La desconexión entre cuerpo y mente, común en personas con TCA, puede ser una respuesta al dolor emocional no procesado. La terapia enfocada en el trauma ayuda a las personas a reconectar con sus emociones, identificar las causas subyacentes y trabajar hacia una mayor aceptación de sí mismas.

    Mitos sobre los trastornos alimentarios

    Es crucial desmentir algunos mitos comunes:

    • “Los TCA solo afectan a mujeres jóvenes”: Los TCA pueden presentarse en cualquier género, edad, estatus socioeconómicos, razas, etnias, orientaciones sexuales. Si bien los jóvenes y adolescentes son más propensos a sufrir un TCA, cualquier problema en cualquier fase de la vida de una persona puede derivar en un TCA.
    • “Es solo una fase o una elección”: Los TCA son enfermedades mentales complejas y muy serias, no decisiones voluntarias o fruto de una moda pasajera. Si crees que puedes estar sufriendo un Trastorno Alimentario o crees que alguien de tu entorno pueda padecerlo, no dudes en ponerte en manos de profesionales especializados.
    • “La recuperación es solo ganar peso”: La recuperación implica sanar emocional y psicológicamente, además de abordar el aspecto físico.
    • “La culpa del TCA es de la familia y no tienen que ser parte del tratamiento”: Aquí no hay culpables. La familia implicada en el tratamiento del paciente puede ser una gran aliada de la terapia, ya que son las personas que estarán más tiempo con el paciente. 
    • “Nunca se recupera al 100% de un TCA”: La recuperación completa es posible y cuanto más temprana sea la detección y la intervención de este tipo de trastorno, más probabilidad de éxito terapéutico. Como hemos dicho, son enfermedades muy complejas y con un alto índice de recaídas en las que el equipo terapéutico tiene que tenerlo en cuenta. Sin embargo, con el tratamiento multidisciplinar adecuado, el apoyo familiar y de amigos, se puede conseguir la recuperación integral de un TCA.

    Cómo identificar si un/a hijo/a está sufriendo un TCA

    Algunas señales de alerta incluyen:

    • Cambios en los hábitos alimenticios, como evitar comidas o preferir comer a solas.
    • Comentarios frecuentes sobre el peso o la imagen corporal.
    • Uso excesivo de ropa holgada para ocultar el cuerpo.
    • Rutinas de ejercicio extremo y obsesivo.
    • Cambios emocionales, como irritabilidad, aislamiento o tristeza constante.

    Tratamiento integral y personalizado

    Un tratamiento eficaz para los TCA debe ser multidisciplinar e incluir:

    • Terapia psicológica: La terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia centrada en el trauma son útiles para abordar las creencias disfuncionales y trabajar en la aceptación corporal.
    • Terapia Sistémica (familiar): Promueve un entorno de apoyo y comprensión, abordando patrones familiares que perpetúan el trastorno.
    • Atención médica y nutricional: Es vital tratar los efectos físicos y establecer pautas alimentarias saludables.
    • Mindfulness y regulación emocional: Estas herramientas ayudan a reducir la desconexión cuerpo-mente y a manejar las emociones difíciles de manera constructiva.

    Abordar los trastornos alimentarios con compasión

    La recuperación de los TCA es un camino desafiante que requiere paciencia, compromiso y un enfoque integral. Comprender el impacto emocional y traumático de estos trastornos y trabajar desde una perspectiva sistémica y personalizada es clave para promover una recuperación sostenida.

    Si tú o alguien que conoces está luchando contra un TCA, busca apoyo profesional. Estamos aquí para ayudarte a recuperar el equilibrio y construir una relación saludable contigo mismo y con la comida.

     

    Estamos aquí para ayudarte.

    Pide cita:

    Rellena nuestro formulario

    Para mantenerte informado/a de todos nuestros artículos, síguenos en Instagram.

    Sandra Ribeiro

    Psicóloga General Sanitaria (M-34885)

    Profesora del Dpto. de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED

    Profesora del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Villanueva

    Responsable de formación y supervisora de casos clínicos en el Servicio de Psicología Aplicada (SPA) de la UNED

     

     

  • Trastornos alimentarios: una mirada a la anorexia y la bulimia

    Trastornos alimentarios: una mirada a la anorexia y la bulimia

    Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades mentales complejas que afectan la relación de una persona con la comida, el peso y la imagen corporal. Entre los TCA más comunes y debilitantes se encuentran la anorexia y la bulimia. Estos trastornos tienen un impacto físico, emocional y psicológico profundo en quienes los padecen. Este artículo ofrece una exploración más profunda, destacando las emociones subyacentes, los traumas relacionados y la importancia de un enfoque sistémico en su tratamiento.

    Anorexia: una lucha interna con la percepción corporal

    La anorexia nerviosa trasciende la búsqueda de una delgadez extrema. Se caracteriza por una percepción distorsionada del propio cuerpo y una necesidad imperiosa de control, que se manifiesta en la restricción severa de alimentos. Las personas con anorexia suelen experimentar una intensa ansiedad en relación con la comida y un profundo sentimiento de insuficiencia personal.

    El impacto emocional y traumático: La anorexia suele estar vinculada a experiencias traumáticas, como el bullying por el peso o la aparición, expectativas familiares rigurosas o incluso eventos de abuso emocional o físico. La necesidad de controlar la ingesta de alimentos puede convertirse en una forma de lidiar con la falta de control en otras áreas de la vida. Además, las emociones como la vergüenza y el miedo al rechazo perpetúan el ciclo del trastorno.

    Bulimia: El ciclo de la culpa y el descontrol

    La bulimia nerviosa está marcada por episodios de ingesta excesiva, seguidos de comportamientos compensatorios, como el vómito autoinducido o el uso de laxantes. Estos episodios suelen estar acompañados por una sensación de pérdida de control y una culpa paralizante.

    Trauma y patrones emocionales: En muchos casos, la bulimia también está relacionada con una historia de trauma o abuso, así como con una autoexigencia desmedida. Las personas con bulimia a menudo experimentan emociones intensas de desesperación y un sentimiento de alienación, lo que las lleva a buscar alivio inmediato a través de la comida, seguido de una necesidad urgente de purga para aliviar la culpa.

    Una mirada sistémica: El rol de la familia

    Los TCA no solo afectan a la persona que los padece, sino también a su sistema familiar. La terapia sistémica juega un papel fundamental en el tratamiento, ya que ayuda a identificar patrones familiares que pueden estar contribuyendo al desarrollo o mantenimiento del trastorno.

    Implicación de la familia: El apoyo familiar es crucial para la recuperación. Esto incluye aprender a comunicarse de manera efectiva, evitar comentarios sobre el peso o la comida, y comprender cómo los mensajes culturales y familiares sobre la apariencia influyen en la autoestima del paciente. Además, trabajar con la familia permite abordar dinámicas de control, dependencia emocional o expectativas no realistas que pueden estar afectando al paciente.

    La relación con el trauma

    Muchos trastornos alimentarios están enraizados en traumas emocionales o psicológicos. La desconexión entre cuerpo y mente, común en personas con TCA, puede ser una respuesta al dolor emocional no procesado. La terapia enfocada en el trauma ayuda a las personas a reconectar con sus emociones, identificar las causas subyacentes y trabajar hacia una mayor aceptación de sí mismas.

    Mitos sobre los trastornos alimentarios

    Es crucial desmentir algunos mitos comunes:

    • “Los TCA solo afectan a mujeres jóvenes”: Los TCA pueden presentarse en cualquier género, edad, estatus socioeconómicos, razas, etnias, orientaciones sexuales. Si bien los jóvenes y adolescentes son más propensos a sufrir un TCA, cualquier problema en cualquier fase de la vida de una persona puede derivar en un TCA.
    • “Es solo una fase o una elección”: Los TCA son enfermedades mentales complejas y muy serias, no decisiones voluntarias o fruto de una moda pasajera. Si crees que puedes estar sufriendo un Trastorno Alimentario o crees que alguien de tu entorno pueda padecerlo, no dudes en ponerte en manos de profesionales especializados.
    • “La recuperación es solo ganar peso”: La recuperación implica sanar emocional y psicológicamente, además de abordar el aspecto físico.
    • “La culpa del TCA es de la familia y no tienen que ser parte del tratamiento”: Aquí no hay culpables. La familia implicada en el tratamiento del paciente puede ser una gran aliada de la terapia, ya que son las personas que estarán más tiempo con el paciente. 
    • “Nunca se recupera al 100% de un TCA”: La recuperación completa es posible y cuanto más temprana sea la detección y la intervención de este tipo de trastorno, más probabilidad de éxito terapéutico. Como hemos dicho, son enfermedades muy complejas y con un alto índice de recaídas en las que el equipo terapéutico tiene que tenerlo en cuenta. Sin embargo, con el tratamiento multidisciplinar adecuado, el apoyo familiar y de amigos, se puede conseguir la recuperación integral de un TCA.

    Cómo identificar si un/a hijo/a está sufriendo un TCA

    Algunas señales de alerta incluyen:

    • Cambios en los hábitos alimenticios, como evitar comidas o preferir comer a solas.
    • Comentarios frecuentes sobre el peso o la imagen corporal.
    • Uso excesivo de ropa holgada para ocultar el cuerpo.
    • Rutinas de ejercicio extremo y obsesivo.
    • Cambios emocionales, como irritabilidad, aislamiento o tristeza constante.

    Tratamiento integral y personalizado

    Un tratamiento eficaz para los TCA debe ser multidisciplinar e incluir:

    • Terapia psicológica: La terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia centrada en el trauma son útiles para abordar las creencias disfuncionales y trabajar en la aceptación corporal.
    • Terapia Sistémica (familiar): Promueve un entorno de apoyo y comprensión, abordando patrones familiares que perpetúan el trastorno.
    • Atención médica y nutricional: Es vital tratar los efectos físicos y establecer pautas alimentarias saludables.
    • Mindfulness y regulación emocional: Estas herramientas ayudan a reducir la desconexión cuerpo-mente y a manejar las emociones difíciles de manera constructiva.

    Abordar los trastornos alimentarios con compasión

    La recuperación de los TCA es un camino desafiante que requiere paciencia, compromiso y un enfoque integral. Comprender el impacto emocional y traumático de estos trastornos y trabajar desde una perspectiva sistémica y personalizada es clave para promover una recuperación sostenida.

    Si tú o alguien que conoces está luchando contra un TCA, busca apoyo profesional. Estamos aquí para ayudarte a recuperar el equilibrio y construir una relación saludable contigo mismo y con la comida.

     

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    Sandra Ribeiro

    Psicóloga General Sanitaria (M-34885)

    Profesora del Dpto. de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED

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  • ¿Por qué nos da miedo la soledad?

    ¿Por qué nos da miedo la soledad?

    Profesionales de la psicologia Especializadas en las relaciones humanas

    Nuestros servicios

    El Centro de Psicología Sandra Ribeiro es un Centro Sanitario Autorizado por la Comunidad de Madrid con N.º CS19965, localizado en Majadahonda.

    Las psicólogas que colaboran con el Centro están especializadas en las más diversas problemáticas psicológicas, así como en asesoramiento y desarrollo personal.
    Ponemos a tu disposición servicios de terapia individual con adultos, niños, adolescentes, terapia de pareja y terapia familiar. Atendemos de forma presencial y online, en español, en inglés y en portugués. Todo ello, bajo una actitud de escucha, proximidad, ética profesional y total confidencialidad. Nuestro enfoque Sistémico, Humanista e Integrador nos permite apoyar nuestra intervención en la relación terapéutica bien estructurada, es decir, una relación humana basada en el respeto, la cercanía y la honestidad. Nuestra intervención terapéutica está basada en tratamientos de eficacia comprobada recogidos de las propuestas mundiales con credibilidad y evidencia científica.

    Terapias

    Terapia Adultos

    TERAPIA DE PAREJA

    TERAPIA FAMILIAR

    TERAPIA ADOLESCENTES

    ¿Cómo trabajamos?

    Desde una actitud de escucha, proximidad, ética profesional y total confidencialidad, nuestras intervenciones buscan tratar cada caso con la individualidad que merece. Cada persona tiene unas necesidades diferentes, por ello, cada intervención estará adaptada para ayudar a esta persona en particular, respetando su tiempo.

    Tras la primera toma de contacto y ya en la primera sesión, empezamos una fase de evaluación en la que abordaremos tus necesidades, recogiendo datos que nos puedan ayudar a explorar el problema, saber cómo éste se manifiesta y cómo afecta a tu vida diaria. Toda la información recogida en esta fase nos ayudará a trazar, conjuntamente contigo, una línea en la que centraremos nuestra intervención y en la que podamos trabajar sobre los objetivos y las metas que deseas alcanzar y la mejor forma de conseguirlos. Por último, en la fase de seguimiento, evaluaremos los objetivos alcanzados y plantearemos estrategias para prevenir posibles recaídas.

    Es verdad que terapeuta y paciente caminaremos juntos durante todo el proceso terapéutico, pero eres tú quien tendrá un papel principal en este viaje.

    Un plan adaptado a ti

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    Cerca de ti, presencial u online

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    Profesionales especializados para cada necesidad

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    Nuestros pacientes nos avalan

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    Tus Psicólogas

    Sonia Caldera

    Psicóloga General Sanitaria colaboradora del centro

    Isabel López Carregado

    Psicóloga General Sanitaria colaboradora del centro

    No Job Is Too Small

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  • Estrés y autoexigencia: cuando nunca es suficiente

    Estrés y autoexigencia: cuando nunca es suficiente

    La autoexigencia, entendida como la tendencia a imponernos altos niveles de esfuerzo y rendimiento, es una cualidad ampliamente valorada en nuestra sociedad. Una persona autoexigente suele ser vista como alguien constante, perseverante y con éxito en sus objetivos. Sin embargo, cuando esta actitud supera ciertos límites, puede transformarse en una fuente importante de estrés y sufrimiento.

    El lado funcional de la autoexigencia

    En su forma adaptativa, la autoexigencia puede ser un motor positivo. Establecer metas claras y trabajar con determinación para alcanzarlas, fomenta el crecimiento personal y profesional. Este comportamiento es saludable cuando:

    • Se alinea con nuestras capacidades reales.
    • Tiene en cuenta nuestras circunstancias y recursos.
    • No afecta negativamente nuestro bienestar emocional o físico.

    En estas condiciones, la autoexigencia se convierte en una herramienta para la realización personal.

    Cuando la autoexigencia se vuelve disfuncional

    El problema surge cuando la autoexigencia se basa en expectativas irreales o en un crítico interno implacable. Este comportamiento, lejos de ser funcional, puede generar consecuencias negativas como:

    • Estrés crónico: La constante presión por alcanzar la perfección agota los recursos físicos y mentales.
    • Sentimientos de insuficiencia: A pesar de los logros obtenidos, la sensación de “nunca es suficiente” predomina.
    • Problemas de salud: Dolores de cabeza, insomnio, tensión muscular o incluso trastornos cardiovasculares pueden estar relacionados con este tipo de estrés.
    • Deterioro emocional: Ansiedad, depresión y baja autoestima suelen acompañar a las personas con un nivel elevado de autoexigencia.

    ¿Estás siendo demasiado autoexigente? Hazte estas preguntas

    Para identificar si la autoexigencia podría estar afectando tu bienestar, reflexiona sobre las siguientes preguntas:

    1. ¿Te cuesta disfrutar de tus logros porque siempre sientes que podrías haberlo hecho mejor?
    2. ¿Te resulta difícil delegar tareas porque piensas que nadie las hará tan bien como tú?
    3. ¿Sientes culpa cuando tomas un descanso o no eres productivo?
    4. ¿Te impones metas que a menudo te parecen inalcanzables o poco realistas?
    5. ¿Te criticas severamente por cualquier error, incluso cuando los demás lo consideran insignificante?
    6. ¿Evitas pedir ayuda por miedo a parecer incapaz?

    Si respondiste afirmativamente a varias de estas preguntas, podría ser útil explorar cómo la autoexigencia está impactando tu vida.

    Ejemplos de autoexigencia disfuncional en la vida diaria

    La autoexigencia disfuncional puede manifestarse de formas muy concretas en el día a día. Algunos ejemplos incluyen:

    • En el trabajo: Una persona que se queda hasta tarde todos los días revisando cada detalle de un proyecto, aunque ya haya recibido feedback positivo por su calidad.
    • En la vida personal: Alguien que siente que debe mantener su casa impecable en todo momento, incluso sacrificando el tiempo para descansar o disfrutar con su familia.
    • En el estudio: Un estudiante que rehace repetidamente sus tareas porque siempre encuentra algo que “podría mejorar”, aunque su rendimiento ya sea sobresaliente.
    • En la apariencia física: Una persona que se somete a dietas o rutinas de ejercicio extremas porque nunca está conforme con su imagen corporal, a pesar de recibir comentarios positivos.

    Estrategias para gestionar la autoexigencia y el estrés

    Si bien la autoexigencia no es algo que deba erradicarse por completo, es fundamental aprender a gestionarla de manera saludable. Algunas estrategias incluyen:

    1. Revisar tus expectativas: Pregúntate si tus metas son realistas y alcanzables dentro de tus posibilidades actuales.
    2. Practicar la autocompasión: Trata de hablarte con la misma amabilidad y comprensión que le brindarías a un amigo.
    3. Permitirse: Permítete descansar y disfrutar de tus momentos contigo mismo, con tu familia y/o amigos.
    4. Celebrar los logros: Reconoce tus avances, por pequeños que sean. Cada paso cuenta.
    5. Establecer límites: Aprende a decir no a las demandas externas e internas que excedan tus recursos.
    6. Buscar apoyo: Hablar con un terapeuta puede ayudarte a identificar patrones de pensamiento disfuncionales y a desarrollar herramientas para manejarlos.

    La autoexigencia no es negativa en sí misma, pero necesita ser equilibrada para evitar que se convierta en una fuente de estrés y desgaste. Recordemos que el éxito no consiste solo en alcanzar metas, sino también en disfrutar del camino, cuidar de nuestra salud y cultivar relaciones significativas. Aprender a relacionarnos con nosotros mismos desde un lugar de comprensión y equilibrio es esencial para vivir una vida plena y satisfactoria.

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    Sandra Ribeiro

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  • La influencia de las emociones en el sobrepeso

    La influencia de las emociones en el sobrepeso

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    El Centro de Psicología Sandra Ribeiro es un Centro Sanitario Autorizado por la Comunidad de Madrid con N.º CS19965, localizado en Majadahonda.

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    Ponemos a tu disposición servicios de terapia individual con adultos, niños, adolescentes, terapia de pareja y terapia familiar. Atendemos de forma presencial y online, en español, en inglés y en portugués. Todo ello, bajo una actitud de escucha, proximidad, ética profesional y total confidencialidad. Nuestro enfoque Sistémico, Humanista e Integrador nos permite apoyar nuestra intervención en la relación terapéutica bien estructurada, es decir, una relación humana basada en el respeto, la cercanía y la honestidad. Nuestra intervención terapéutica está basada en tratamientos de eficacia comprobada recogidos de las propuestas mundiales con credibilidad y evidencia científica.

    Terapias

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    Desde una actitud de escucha, proximidad, ética profesional y total confidencialidad, nuestras intervenciones buscan tratar cada caso con la individualidad que merece. Cada persona tiene unas necesidades diferentes, por ello, cada intervención estará adaptada para ayudar a esta persona en particular, respetando su tiempo.

    Tras la primera toma de contacto y ya en la primera sesión, empezamos una fase de evaluación en la que abordaremos tus necesidades, recogiendo datos que nos puedan ayudar a explorar el problema, saber cómo éste se manifiesta y cómo afecta a tu vida diaria. Toda la información recogida en esta fase nos ayudará a trazar, conjuntamente contigo, una línea en la que centraremos nuestra intervención y en la que podamos trabajar sobre los objetivos y las metas que deseas alcanzar y la mejor forma de conseguirlos. Por último, en la fase de seguimiento, evaluaremos los objetivos alcanzados y plantearemos estrategias para prevenir posibles recaídas.

    Es verdad que terapeuta y paciente caminaremos juntos durante todo el proceso terapéutico, pero eres tú quien tendrá un papel principal en este viaje.

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    Psicóloga General Sanitaria colaboradora del centro

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  • ¿Qué hacer si mi pareja es pasivo-agresiva?

    ¿Qué hacer si mi pareja es pasivo-agresiva?

    Sandra Ribeiro

    Profesora de Psicología, Supervisora de casos clínicos y Psicóloga General Sanitaria
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  • Miedo a la Soledad: Las Consecuencias de Saltar de una Relación a Otra

    Miedo a la Soledad: Las Consecuencias de Saltar de una Relación a Otra

    La soledad ha sido objeto de estudio durante décadas en el ámbito de la psicología, con expertos como John Bowlby, Donald Winnicott y Carl Jung, quienes han resaltado la importancia del desarrollo de un yo sólido e independiente. Estar solo no es sinónimo de vacío, sino una oportunidad para reconectar con uno mismo y fortalecer el crecimiento personal. La capacidad de disfrutar de la propia compañía puede llevar a una vida más plena, equilibrada y significativa.

    La Soledad como Espacio de Crecimiento

    La soledad, lejos de ser un castigo o una señal de fracaso, es un espacio fértil para el autodescubrimiento. Estar solo permite reflexionar sin interferencias, reconocer nuestras emociones y fortalecer nuestra autoestima. Donald Winnicott, por ejemplo, hablaba de la capacidad de estar solo como una señal de madurez emocional, lo que nos permite desarrollar una mayor autonomía afectiva y resiliencia.

    Estar solo no implica aislamiento social ni desconexión del mundo, sino encontrar momentos de calma y silencio donde podamos atender nuestras necesidades internas. Cuando aprendemos a estar cómodos con nuestra soledad, dejamos de buscar validación constante en los demás, lo que nos permite establecer relaciones más sanas y equilibradas.

    El Miedo a la Soledad y las Relaciones en Cadena

    Muchas personas viven con un profundo temor a la soledad. Este miedo puede llevar a lo que los psicólogos describen como “relaciones en cadena”: la tendencia a enganchar una relación tras otra sin permitir espacios de pausa o reflexión. Detrás de esta conducta suele encontrarse un miedo subyacente al vacío emocional o al enfrentamiento con heridas no resueltas.

    El miedo a la soledad o a estar sin pareja genera tanta angustia que afecta la vida cotidiana de quienes lo experimentan, llegando incluso a propiciar relaciones amorosas infelices. En muchos casos, la persona deja su relación anterior para iniciar inmediatamente una nueva o, incluso, no llega a dejarla. Este patrón se repite de forma continuada, configurando la manera en que la persona construye sus vínculos sentimentales.

    Aquellas personas que encadenan relaciones no cuentan con un tiempo de duelo y de conexión consigo mismas que les permita cerrar la etapa anterior y sanar. Como resultado, enfrentan dificultades para sentir emociones como la tristeza, la soledad o el vacío, las cuales son necesarias para procesar lo ocurrido, aceptarlo y recomponerse antes de iniciar una nueva relación.

    En algunos casos, la persona se “engancha” a los sentimientos y emociones propias de la primera fase del amor: el enamoramiento. Como señala el psicólogo Robert Sternberg con su teoría triangular del amor, el enamoramiento es solo una de las fases iniciales, pero no siempre conduce a relaciones duraderas. Una vez que esta fase pasa y comienzan a surgir emociones menos placenteras, además de iniciar los ajustes naturales entre ambos miembros de la pareja, algunas personas deciden abandonar la relación e iniciar otra para experimentar nuevamente esas sensaciones iniciales.

    ¿Eres de los que piensan que un clavo saca a otro clavo?

    El famoso dicho “un clavo saca a otro clavo” suele aplicarse a las relaciones amorosas, pero ¿realmente funciona? Desde la psicología, se ha demostrado que esta estrategia no solo es ineficaz, sino que puede perpetuar patrones de dependencia emocional. Saltar de una relación a otra sin tiempo para sanar puede llevar a repetir los mismos errores, eligiendo parejas similares o cayendo en dinámicas poco saludables.

    Las relaciones que nacen desde el dolor o el vacío personal rara vez aportan la estabilidad y plenitud que se busca. La sanación y el crecimiento personal requieren de pausas y espacios de reflexión. Tomarse el tiempo para procesar una ruptura no es un signo de debilidad, sino una forma de honrar nuestras emociones y construir bases más sólidas para futuras relaciones.

    Romper el Ciclo: Aprender a Estar Solo

    Romper este ciclo de dependencia emocional requiere aprender a abrazar la soledad. Los psicólogos recomiendan diversas estrategias para lograrlo:

    1. Cultivar la Autoexploración: Dedicar tiempo a conocer nuestros gustos, intereses y deseos personales. La introspección nos ayuda a desarrollar una identidad más sólida.
    2. Establecer Límites Saludables: Aprender a decir “no” a relaciones que no aportan bienestar y a priorizar nuestro crecimiento personal.
    3. Practicar el Autocuidado: Desarrollar hábitos que fomenten el bienestar emocional, físico y mental.
    4. Buscar Apoyo Terapéutico: Acompañar el proceso de autodescubrimiento con la ayuda de un profesional puede ser clave para romper patrones y sanar heridas emocionales. La terapia de apego, por ejemplo, trabaja directamente con los miedos al abandono y la soledad.

    La Soledad Como Camino Hacia Relaciones Más Plenas

    Lejos de ser una experiencia negativa, la soledad puede convertirse en una aliada poderosa. Aceptarla y abrazarla permite construir relaciones desde la libertad, no desde la necesidad. Al aprender a convivir con nosotros mismos, estamos sentando las bases para una vida más auténtica, consciente y enriquecedora, tal como lo sugieren muchos psicólogos en sus investigaciones y trabajos clínicos.

     

     

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  • Entendiendo la Diferencia entre Narcisismo Natural y Narcisismo Patológico

    Entendiendo la Diferencia entre Narcisismo Natural y Narcisismo Patológico

    El término “narcisismo” suele evocar imágenes de personas egocéntricas, preocupadas únicamente por sí mismas. Sin embargo, existe una faceta del narcisismo que es inherente a la condición humana y que juega un papel esencial en la supervivencia y en la construcción de vínculos. El narcisismo natural nos impulsa a proteger lo que amamos, a cuidar de nosotros mismos y a mantener relaciones significativas. Es parte del equilibrio entre el amor propio y el cuidado hacia los demás.

    No obstante, cuando este narcisismo se desequilibra y se convierte en el centro de nuestras acciones, puede transformarse en narcisismo patológico, una dinámica que distorsiona las relaciones y convierte a los demás en instrumentos para satisfacer nuestras necesidades. Comprender esta diferencia es clave para mantener relaciones saludables y conscientes.

    Narcisismo Natural: Un motor para el vínculo

    El narcisismo natural se manifiesta en acciones cotidianas. Por ejemplo, cuidar a nuestros hijos no solo responde a su bienestar, sino también a nuestra necesidad de verlos bien y sentirnos satisfechos como padres. Llorar por la pérdida de un ser querido refleja el amor que sentíamos por esa persona, pero también la tristeza por no poder compartir más momentos juntos. Estas respuestas, aunque involucran nuestros sentimientos, no son patológicas, sino humanas.

    Este tipo de narcisismo nos ayuda a mantener relaciones significativas, pues implica una reciprocidad emocional. Queremos que las personas que amamos estén bien porque eso también nos brinda paz y satisfacción. Es una simbiosis natural en la que ambas partes se benefician.

    Cuando el narcisismo se vuelve patológico

    El problema surge cuando esta necesidad de bienestar propio predomina sobre las necesidades y el bienestar de los demás. Un ejemplo claro ocurre en la crianza: si un padre cuida a su hijo no por su desarrollo, sino para evitar sentirse ansioso o garantizar que el hijo lo cuide en el futuro, el amor se convierte en un medio para obtener algo. Aquí, la figura del hijo deja de ser vista como un individuo con sus propias necesidades y pasa a ser una herramienta para satisfacer carencias emocionales.

    Un ejemplo similar puede observarse en las relaciones de pareja. Imaginemos que una pareja planea un viaje romántico y, poco antes de partir, una de las partes expresa que no se encuentra bien de salud. En una relación equilibrada, la pareja se preocuparía por el bienestar del otro, poniendo el viaje en segundo plano. Sin embargo, en una dinámica marcada por el narcisismo patológico, la respuesta podría ser: “¿Por qué te sientes así justo ahora, sabiendo que teníamos este viaje programado?”. En este caso, el deseo personal prevalece sobre la empatía y el cuidado hacia el otro.

    Narcisismo Abierto vs. Narcisismo Encubierto

    Es importante distinguir entre dos formas de narcisismo patológico: el narcisismo grandioso y el narcisismo encubierto.

    • Narcisismo Abierto o Grandioso: Se caracteriza por una actitud dominante y despectiva hacia los demás. La persona narcisista grandiosa humilla, menosprecia y deja claro que él o ella es el único que importa. Los demás son vistos como instrumentos para servirle, y sus logros o necesidades se desprecian o ignoran.
      • Ejemplo cotidiano: Una pareja queda para ver una película y, al momento de elegir, uno de ellos menosprecia la elección del otro diciendo: “Esa película es aburrida, la que yo elijo es mucho mejor”. Aquí, el objetivo es imponer su criterio desvalorizando el del otro.
    • Narcisismo Encubierto: Este tipo de narcisismo se disfraza de victimización o fragilidad. En lugar de exhibir superioridad de manera explícita, el narcisista encubierto manipula a través de la culpa, la enfermedad o el sufrimiento. Puede hacerse la víctima, exigiendo atención constante y generando dependencia emocional en su entorno.
      • Ejemplo cotidiano: Ante la misma situación de la película, la respuesta de la persona con narcisismo encubierto sería: “No pasa nada, nunca acierto con las películas. Tú siempre eliges mejor que yo”. A través de esta autocrítica velada, busca que se elija lo que quiere sin imponerlo directamente, generando culpa en el otro.

    Ambos tipos de narcisismo distorsionan las relaciones y convierten a los demás en meros recursos para satisfacer necesidades propias, aunque se manifiestan de formas diferentes.

    Reconocer los signos del Narcisismo Patológico

    Identificar cuándo el narcisismo comienza a distorsionar nuestras relaciones es fundamental. Algunas señales incluyen:

    • Priorizar constantemente las propias necesidades sin considerar las de los demás.
    • Manipular o culpar a otros cuando las cosas no salen como se esperaba.
    • Sentir que las personas cercanas deben cumplir ciertos roles para mantener el equilibrio emocional propio.
    • Falta de empatía ante las dificultades de los demás.
    • Actuar desde una posición de superioridad (narcisismo grandioso) o victimización (narcisismo encubierto).

    Cultivar Relaciones Saludables

    Reconocer que el narcisismo natural es parte de nuestra vida puede ayudarnos a ser más comprensivos con nosotros mismos y con los demás. Sin embargo, es importante equilibrar este amor propio con una verdadera empatía y consideración por las necesidades ajenas.

    Para mantener relaciones saludables:

    • Practica la escucha activa y valida las emociones de los demás.
    • Reflexiona sobre tus motivaciones: ¿estás actuando desde el amor y el cuidado genuino o desde una necesidad personal no resuelta?
    • Fomenta la reciprocidad, permitiendo que tanto tú como los demás puedan expresar y satisfacer sus necesidades.

    El narcisismo en pequeñas dosis es parte del tejido que une nuestras relaciones. El desafío está en evitar que este se convierta en el único hilo conductor de nuestras interacciones.

     

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    Sandra Ribeiro

    Psicóloga General Sanitaria (M-34885)

    Profesora del Dpto. de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la UNED

    Profesora del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Villanueva

    Responsable de formación y supervisora de casos clínicos en el Servicio de Psicología Aplicada (SPA) de la UNED

     

     

  • Cómo salir de la Codependencia Emocional con tu Madre

    Cómo salir de la Codependencia Emocional con tu Madre

    La relación madre-hijo/hija es una de las más profundas y significativas en la vida de una persona. Sin embargo, en algunas familias, esta relación puede tornarse codependiente, creando una dinámica en la que el hijo o hija asume la responsabilidad emocional de hacer feliz a su madre. Esta codependencia se convierte en una trampa silenciosa que limita el crecimiento personal, la autonomía y afecta otras áreas de la vida. En este artículo, exploraremos cómo reconocer esta dinámica y los pasos para liberarse de ella, sin romper el vínculo afectivo con la madre.

    Origen de la Codependencia Emocional con tu Madre

    La codependencia no surge de la nada. Muchas veces, las madres que desarrollan este tipo de vínculo con sus hijos han experimentado vacíos emocionales, abandonos o relaciones insatisfactorias en su propia vida. Para llenar esos vacíos, colocan a sus hijos en el centro de su mundo, convirtiéndose en su fuente principal de afecto, validación y sentido de identidad.

    Desde la infancia, el hijo o hija percibe que su bienestar está intrínsecamente ligado al estado emocional de su madre. Este rol de “cuidador emocional” puede empezar de manera sutil, pero con el tiempo se convierte en una carga que limita su desarrollo personal.

    Señales de Codependencia

    Reconocer las señales de codependencia es el primer paso para salir de ella. Algunas manifestaciones comunes incluyen:

    • Dificultad para poner límites: Temor a decepcionar o a ser rechazado por la madre si no se cumplen sus expectativas.
    • Sentimiento de culpa al priorizarse: La sensación de estar traicionando a la madre al atender necesidades propias.
    • Búsqueda constante de aprobación: La felicidad de la madre se convierte en la medida del éxito personal.
    • Relaciones personales conflictivas: Dificultad para mantener relaciones de pareja o amistades profundas por miedo a que la madre se sienta desplazada.

    El Impacto en la Vida Adulta

    La codependencia no se detiene en la infancia o adolescencia; sigue afectando la vida adulta. Los hijos que han crecido en esta dinámica pueden experimentar:

    • Problemas de autonomía emocional: Dificultad para tomar decisiones sin consultar o considerar a la madre.
    • Ansiedad y baja autoestima: Sensación de no ser suficiente por sí mismos.
    • Patrones repetitivos: Buscar relaciones de pareja o laborales donde se repita el rol de “cuidador” o “salvador”.
    • Relaciones de pareja desequilibradas: Puede haber miedo a comprometerse profundamente o dificultad para confiar en la pareja. A menudo, el hijo o hija siente que debe priorizar a la madre sobre la pareja, generando conflictos.
    • Miedo a la independencia: La sensación de que la independencia emocional o física se percibe como abandono.
    • Dificultad para expresar necesidades: En la adultez, el hijo o hija puede minimizar sus propias necesidades para no incomodar o preocupar a los demás, repitiendo el patrón aprendido.
    • Síntomas físicos y emocionales: Dolores crónicos, fatiga, insomnio y otros problemas psicosomáticos asociados con la ansiedad y el estrés.

    La Madre Codependiente como Suegra

    La codependencia con la madre puede extenderse a las relaciones que los hijos construyen en su vida adulta, afectando de manera significativa la relación de pareja. Cuando una madre codependiente se convierte en suegra, pueden surgir las siguientes dinámicas:

    • Interferencias constantes: La madre puede intentar participar activamente en la vida de la pareja, generando tensiones y disputas.
    • Celos y competencia: La madre puede percibir a la pareja de su hijo/hija como una amenaza, creando rivalidades sutiles o abiertas.
    • Dependencia emocional en el hijo/hija: La madre puede recurrir al hijo/hija en busca de apoyo emocional constante, lo que afecta la intimidad y el desarrollo de la relación de pareja.
    • Desgaste en la relación de pareja: El hijo o hija puede sentirse dividido, intentando satisfacer las demandas de su madre y de su pareja, lo que genera conflictos y distanciamiento.

    Ejemplos:

    •   Una madre codependiente puede aparecer sin previo aviso en la casa de la pareja, alegando “querer pasar tiempo” pero invadiendo la privacidad.
    •  Puede hacer comentarios sutiles que descalifican las decisiones de la pareja, como “No creo que esa sea la mejor manera de educar a los niños, pero tú sabrás”.
    •   Si la pareja planea un viaje, la madre puede insinuar sentirse sola o abandonada para disuadirlos de ir.

     

    El Camino hacia la Libertad Emocional

    Salir de esta dinámica es posible, pero requiere valentía y trabajo personal. Algunos pasos clave son:

    • Reconocimiento: Aceptar que existe una dinámica de codependencia es esencial para iniciar el cambio.
    • Establecer límites saludables: Aprender a decir “no” y definir espacios personales sin sentir culpa.
    • Individuación: Redescubrir intereses, deseos y metas propias que no estén ligados a la validación materna ni a la presencia de la madre.
    • Buscar apoyo profesional: La terapia es una herramienta poderosa para comprender y transformar estas dinámicas.
    • Construir redes de apoyo: Fomentar relaciones fuera del núcleo familiar ayuda a reforzar la identidad personal.

    La Culpa: El Obstáculo más Grande

    Uno de los mayores retos al intentar salir de la codependencia con una madre es la culpa. Es importante recordar que establecer límites no implica dejar de amar a tu madre. Amar también significa permitir que cada uno tenga su propio espacio para crecer y desarrollarse.

    La culpa es una señal de que se está rompiendo un patrón. A medida que se fortalecen los límites, esta sensación disminuye y es reemplazada por una mayor sensación de libertad y equilibrio.

    Reconfiguración del Vínculo

    No es necesario cortar la relación con tu madre para superar la codependencia. El objetivo es reconfigurar el vínculo desde un lugar de autonomía y amor saludable. Esto implica:

    • Aceptar que tu madre tiene su propio camino emocional.
    • Permitir que otras personas entren en tu vida y en la suya.
    • Fomentar la independencia emocional mutua.

    Salir de la codependencia emocional con una madre es un proceso que requiere tiempo, pero es una inversión en el bienestar personal y en la construcción de relaciones más sanas y equilibradas. A través del reconocimiento, el establecimiento de límites y el apoyo profesional, es posible romper las cadenas invisibles y vivir una vida plena y auténtica.

     

     

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